Ataúlfo Casado nació en Navalagamella (Madrid) el 14 de enero de 1948. El mayor de tres hijos, vivió en su pueblo natal hasta los 7 años, donde acudía a la escuela local a estudiar; su maestro le educó en la observación, la contemplación de la naturaleza, siendo, a consideración del propio Casado su primera fuente de inspiración. La familia se traslada a Madrid, donde, a su llegada, probó suerte en el concurso de dibujo y pintura Un beso y un regalo de El Corte Inglés, consiguiendo los mejores premios durante cuatro años consecutivos. A los 10 años es galardonado con al Medalla de Oro del Concurso de pintura de la Asociación Belenista, obteniendo al año siguiente la medalla de plata en la misma categoría. En el año 1959 entra a formar parte como aprendiz en la Escuela de Arte y Oficios de la calle La Palma (Madrid).
A los 14 años, Ataúlfo comenzó a dar clases de dibujo con las que pudo ganar un dinero y ayudar en la precaria economía familiar.
Una enfermedad degenerativa que afectó su visión, lo alejó de su gran don por un tiempo, pero su determinación y valentía lo llevó a continuar con aquello que había realizado con tanto empeño y talento. Así fue como por decisión propia, decidió volver a la pintura, esta vez desde la oscuridad.
Ataúlfo recuerda haber mirado el reloj de su muñeca, haber levantado la vista y verlo todo borroso. “Se me rompieron los ojos“. Y estuvo 10 años sin tomar un pincel hasta que decidió llamar a un amigo y pedirle que le comprara un lienzo, pinturas… desde entonces, no ha vuelto a dejar de pintar.
Una ex alumna y actual amiga comenta lo siguiente: Y sorprende lo colorido de su obra, el matiz en los colores. Pero Ata no está solo, cuenta con un ayudante (un joven aprendiz) al que le indica la mezcla exacta de colores, las pinceladas, hasta que decide que está acabado. “¿Cómo lo sabes?”, le pregunto, “¿cómo sabes que el cuadro está acabado?”. “Intuición”.
Su estilo ha evolucionado marcado por las vanguardias expresionista, fauvista e impresionista. Hoy a sus 65 años tiene un estilo de una fuerte abstracción con realidad figurativa.
"... la vida en sí misma es color y luz. Y eso enriquece al ser humano una barbaridad. Es más, yo diría que el ser humano que no se deja enriquecer por toda esa luz y belleza que lo rodea, se queda más ciego de lo que estoy yo".
¡Qué maravillosa historia! Estas son las vidas que nos enriquecen. Y no enriquecen con monedas, sino con valores. Una vez más nos ayuda a recapacitar que los sentidos son expresiones del alma.
Participen, comenten, opinen y sugieran personas extraordinarias que conozcan. Este espacio es de todos. ¡Hasta pronto!
Su amigo Damián.